Si creyera en la reencarnación, diría que en otra vida he sido marmota. Algunas personas se sorprenden cuando les cuento mis hábitos de vigilia-sueño, porque noto que físicamente no me encuentro bien si duermo menos de 9 horas (y esto ocurre todos los días laborables). Por una parte, es un suplicio el tener que madrugar y atormento a mi compi de piso dejando sonar el despertador durante media hora cada 5 minutos. Por la otra, a las 5 de la tarde mi batería empieza a parpadear avisando que el agotamiento es inminente. Una consecuencia de todo ello es que los días que puedo dormir lo hago con ganas, las 11 horas no me las quita nadie, convirtiéndose en un auténtico placer. No es que sea perezosa (que también) sino que mi cuerpo lo necesita. Como sé que muchos no os lo acabáis de creer, recientes pruebas científicas avalan mi comportamiento:
Por vosotros hago un copy-paste:
"¿Se te pegan las sábanas y te cuesta horrores abrir los ojos cada mañana? Un grupo de investigadores estadounidenses de la Universidad Northwestern podría haber identificado el gen que, cuando está ausente, hace que a algunas personas les cueste tanto dejar atrás el sueño a la hora de despertarse.
Según explicaban Ravi Allada y sus colegas en un artículo publicado en la revista Nature, el gen CG4857, apodado “veinticuatro” e identificado en moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), altera la producción de una proteína llamada PER. Cuando no está presente, hace que las moscas no tengan un ciclo regular y presenten dificultades para reaccionar justo antes del amanecer, lo que en la teoría sería similar a lo que le sucede al ser humano.
Por otra parte, trabajando con mil moscas con el gen sobreexpresado detectaron que su ciclo diario se alargaba a 26 horas, en lugar de 24, lo que sugiere que el gen podía estar involucrado e influir en el reloj biológico de los insectos. “La función del reloj biológico es decirle a tu sistema que esté preparado, que el sol está saliendo y que es hora de levantarse”, explica Allada."
Según explicaban Ravi Allada y sus colegas en un artículo publicado en la revista Nature, el gen CG4857, apodado “veinticuatro” e identificado en moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), altera la producción de una proteína llamada PER. Cuando no está presente, hace que las moscas no tengan un ciclo regular y presenten dificultades para reaccionar justo antes del amanecer, lo que en la teoría sería similar a lo que le sucede al ser humano.
Por otra parte, trabajando con mil moscas con el gen sobreexpresado detectaron que su ciclo diario se alargaba a 26 horas, en lugar de 24, lo que sugiere que el gen podía estar involucrado e influir en el reloj biológico de los insectos. “La función del reloj biológico es decirle a tu sistema que esté preparado, que el sol está saliendo y que es hora de levantarse”, explica Allada."
Conclusiones: tengo el reloj biológico escacharrado y cada vez tenemos más pruebas para poder excusar genéticamente nuestro comportamiento.