22 de febrero de 2011

El retorno de los invisibles

Quería volver a darle vidilla al blog con esta noticia que llevo guardando desde antaño (esto me recuerda a Friends) y como ayer euskaltel decidió que no era el día para publicar, lo hago hoy en un ratito que tengo.

Cada vez soy más fan de los titulares sensacionalistas: La invisibilidad ya es posible.

Qué queréis que os diga, podría haber elegido otro tema para mi blog, pero la actualidad demanda que sea la invisibilidad la afortunada de ser comentada rozando los límites de mi ignorancia. Ya he hablado en mi primer post de la base científica de la invisibilidad como buenamente pude y con esta noticia se va complementando el avance en este campo. Mi duda es, ¿para qué sirve este desarrollo? Sé que la ciencia ficción muchas veces ha jugado con la fascinación por ser invisible y todo lo que podríamos hacer con esa capacidad.Yo de pequeña me imaginaba que siendo invisible podría entrar en una tienda gigante de juguetes y (mode Rajoy on) los chuches (mode Rajoy off) para poder inflarme a comer y jugar (bendita infancia).

Ahora me planteo si el uso de estos nuevos gadgets puede aportarnos algún beneficio además de los consabidos fines militares, que aún a riesgo de que alguien me llame comeflores he de decir que desprecio el derroche del talento científico para usos bélicos, sean del tipo que sean. ¿A qué me refiero? A que la invisibilidad lleva inventada (por suerte no patentada) desde tiempos inmemoriales (esta palabra está en mi lista de "expresiones que tengo que decir una vez al día mínimo"). Queremos inventar algo que en realidad es un problema en nuestra sociedad. Ya empecé mi andadura bloguera comentando que todos nos hemos sentido invisibles alguna vez y lo vuelvo a repetir empezando un día desde primera hora: al saludar al conductor del autobús, al esperar a que te atiendan en cualquier oficina, cuando intentas explicarle algo a tu jefe, cuando chocas con alguien, cuando quieres que se fijen en ti, etc. Pero esto no es lo peor, creedme, lo peor es que haya personas durmiendo en la calle debajo de cartones y que lo máximo que consigan sea una mirada de reojo, que creamos que las únicas guerras que existen son las que nos venden los políticos y en las que sólo se llevan a cabo misiones humanitarias, que la discriminación ocurre cuando los niños no usan uniforme en los colegios mientras existen mujeres a las que se castiga por no llevar velo... y juntando todos estos granitos de arena invisibles, conseguiríamos un desierto que no puede o no quiere ser visto. No pretendo ser demagoga y me apasiona la ciencia y poder presenciar su avance, pero quizá estemos olvidando algunas cosas que no avanzan a la misma velocidad.

Para acabar con las aburridas reflexiones de una servidora, confesar que últimamente he confirmado los valores en los que me han educado, que me ayudan a vivir priorizando lo verdaderamente importante para mí (cada uno que cargue con lo suyo), a la vez que he modificado ligeramente mis sueños, reafirmándolos con sutiles modificaciones. Algún día os contaré algo más de lo que reside debajo de la coraza. Y como consejos vendo, que para mí no tengo, si lo que queréis es no sentiros nunca invisibles y poder lograr todo lo que deseáis, la única clave que os puedo ofrecer es ésta: hay que ser valiente.

NOTA: Mañana voy a tener que poner un chiste para arreglar esta retahíla infumable. Gracias a los que todavía me aguantáis.

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