4 de agosto de 2011

Escapada hacia el sur. Tercera parada: Kioto

Ya llevo unos días de vuelta en casita sana y salva, intentando acostumbrarme a la rutina. Aunque ahora parezca que el mes en Japón ha sido un sueño y comience a desvanecerse en mi memoria, quiero ir poco a poco acabando de contar todas las experiencias vividas allí, que no han sido pocas.

Con las mismas sigo con nuestra larga excursión y el domingo tras amanecer en Nara cogimos un tren dirección Kioto, capital de Japón antes de que se trasladara a Edo (Tokio). Ese día terminaba el Gion Matsuri, principal festival de la ciudad, así que imaginaros la cantidad ingente de personas que abarrotaban las calles. Del festival pudimos ver parte del desfile:



Por falta de tiempo empezamos a esquivar gente como pudimos, aprendiendo a hacer el ninja, para poder seguir visitanto Kioto. He de decir que pateamos lo que pudimos y más, ya que hay miles de templos, pero tenía unos cuantos señalados como imprescindibles, y estaban en las afueras, en plena naturaleza con un marco incomparable (necesitaba usar esta expresión).






Otro de los eventos dentro del festival comienza en el santuario de Yasaka, donde sacan unos santuarios portátiles llamados mikoshi y los agitan por la ciudad, produciendo un sonido como de campanillas. Aquí tenéis imágenes del santuario y de un mikoshi:





En la ciudad había muchísimo ambiente y podías perderte entre los puestecillos de comida con un aroma irresistible o dejarte llevar por las mareas de seres humanos que circulaban por las calles. Tras disfrutar de todo ello nos volvimos al hotel, que era uno de estilo tradicional o Ryokan. Además probé el baño público que tenían en el hotel, donde primero entras y te desnudas (no apto para vergonzosos), te sientas en un taburete y te duchas concienzudamente para luego meterte en una bañera grande común. En mi caso no había nadie así que pude relajarme tranquilamente y disfrutar de la experiencia.

Siento no haceros de modelo en esta ocasión.
Tras pasar una noche agradable en yukata y durmiendo en un futón nos despertamos con el sonido de la lluvia, un tifón había decidido visitar la zona y en agua caía a cántaros. Esto chafó un poco nuestros planes pero aún así pudimos hacer otras dos visitas muy interesantes. La primera fue al templo Fushimi Inari-taisha, muy conocido sobre todo por unas hileras de tori rojos interminables:




Y por último quiero enseñaros uno de mis sitios preferidos de Kioto y seguramente de todos los lugares que he visitado en Japón, es un templo budista llamado "templo del pabellón dorado" o Kinkaku-ji. Este templo guarda las reliquias de Buda y está recubierto por pan de oro. Me hubiera encantado ver el resplandor del sol sobre sus paredes, pero la lluvia no dió tregua.





Allí mismo me hice con un amuleto dorado, que aunque no crea en más suerte que la que uno mismo se construye, cada vez que lo mire recordaré el brillo del templo del que procede.

Con esto me despido por hoy y cierro ya nuestro periplo por la zona de Kioto, estos días seguiré contando cosillas interesantes, o por lo menos a mí me lo parecieron en su momento.

24 de julio de 2011

Escapada hacia el sur. Segunda parada: Nara

En este domingo de descanso voy a aprovechar para terminar de contar nuestro vijae del fin de semana pasado.

Tenía ganas de visitar Nara, una pequeña ciudad que antaño fue la capital de Japón. Tras la frenética Osaka, quería saborear aunque fuera un momento el Japón más tradicional y natural. Nara no lo acaba de conseguir por la cantidad ingente de turistas, pero tiene bastante encanto.

Uno de los templos más emblemáticos es el de Kofuku-ji, con una estilizada pagoda de cinco pisos. Allí unas señoras muy majas nos explicaron toda la historia del templo en inglés y me di cuenta de que todavía me sorprenden los voluntarios, maldita picaresca española. De esta forma te enteras de muchas cosas interesantes, como que cuando se estableció el shintoísmo como religión oficial en el país, intentaron vender este templo budista por una suma ridícula, menos mla que no lo consiguieron. O que, por ejemplo, la pagoda está construída de tal forma que soporta los terremotos con una construcción parecida a la que se utiliza ahora en los edificios modernos.


Los casi mil ciervos en libertad que hay en el parque de Nara es algo que le otorga bastante encanto, por un módico precio puedes comprar unas galletitas y darles de comer.

Aquí parecen muy mansos, pero en cierto momento se acercaron por detrás con alevosía y me golpearon con esas astas que tienen.
Cartel de "precaución, los bichos no son tan majos como parece".
Encontré a Bambi.
Andando y andando fuimos encontrando diferentes templos, pero hay uno que se merece ser el número uno por su magnífica escultura de Buda (daibutsu) de bronce, de unos 16 metros. Es el templo de Todai-ji:




El buda de la medicina, dicen que si tocas una parte de la estatua y luego la parte correspondiente en tu propio cuerpo te cura los dolores.

Daibutsu.

Cuenta la leyenda que si consigues pasar por este agujero obtienes la iluminación, yo ni lo intenté, que seguro que me quedo atrapada.

Daibutsu desde otra perspetiva.


Y esto es todo sobre Nara, amigos. Nos quedamos a pasar la noche en un hotel con habitaciones estilo japonés pero moderno y al día siguiente marchamos hacia Kioto, espero poder contar esa visita cuanto antes, que se me van acumulando.

19 de julio de 2011

Escapada hacia el sur. Primera parada: Osaka

Como ya comenté en mi último post, aprovechamos que ayer lunes era fiesta nacional en Japón (el día del mar) para marcharnos cuatro días hacia el sur, exactamente a Osaka, Nara y Kioto. Ahora mismo estoy exausta por el viaje y la siesta que me he marcado esta tarde, así que no esperéis comentarios demasiado mordaces.

El viernes justo después de clase cogimos el tren bala (shinkansen) de cuyo nombre me acuerdo perfectamente: Hikari (luz). Este tren es el más rápido que podemos coger con nuestro JRpass (pase de trenes de la compañía JR que compramos en España antes de venir), se desplaza a una velocidad de unos 300 km/h (hablando de la velocidad máxima, claro) y gracias a ello en menos de 3 horas ya estábamos en Osaka, a más de 500 km de Tokio.

Osaka me decepcionó bastante, si dejamos a un lado el increíble castillo del que pondré fotos y algún que otro templo (mira cómo son las cosas, cuando ves tantos templos ya no impresiona tanto), el resto es cemento y seres humanos, una ciudad pequeña pero bastante concurrida. Os voy a dejar unas imágenes, que tengo la cabeza embotada de cansancio.

Este país siempre te sorprende, doblamos una esquina y estaban celebrando un festival en el interior de un pequeño santuario y allí nos metimos.

Había un montón de gente y puestecillos de comida, algodón de azúcar, etc.

Al ver esta imagen me vienen a la mente unos cuantos doramas y animes, niños pescando pececillos con unas redes que se rompen con la mirada.

Me encanta este edificio en concreto del único templo a reseñar, esto se debe a que es antiguo y no está tan restaurado como muchos de los que hemos visto hasta ahora, me parece menos artificial de esta forma.

En los jardines exteriores del Castillo de Osaka donde se ve el foso.

Los santanderinos entenderéis el por qué de esta imagen de un magdaleno.

Atención porque esto es una cápsula del tiempo donde han metido diferentes objetos con valor cultural (sin especificar cuáles) y que esperan que se abra en 5000 años.

Primer plano del castillo, a mí me parece impresionante.

En las distintas plantas del castillo te explicaban su historia, mirad qué monos estos pequeños hologramas.

Vistas desde el castillo.

Esto parece una maqueta, es una pena que esos edificios del fondo estropeen el paisaje.
Esto es todo por hoy, iré poniendo el resto del viaje a lo largo de la semana. Hoy fuimos con los compañeros de clase y nuestra tutora a ver una obra de Kabuki especial para estudiantes donde te explicaban los puntos más importantes de este tipo de representaciones. Me ha gustado mucho y repetiría la experiencia, los japoneses hacen muy bien cuidando de los diferentes tipos de arte que forman parte de su cultura y tradiciones. Mañana parece que vamos a tener un día movidito, así que si me disculpáis, me retiro a mis aposentos.

14 de julio de 2011

Mini resumen de los últimos días

Casi no tengo tiempo porque estamos preparando nuestro viaje de fin de semana. Aprovechando que el lunes es fiesta aquí en Japón (el umi no hi o día del mar), nos vamos cuatro días a Osaka, Nara y Kioto, quizá es abarcar demasiado, pero intentaremos ver todo lo que podamos, a la vuelta seguro que estoy impresionada y tendré mil fotos que compartir.

Por esta misma razón quería escribir un poco para contaros qué tal la semana, que no he puesto nada porque ahora nos lo tomamos con más calma y, sinceramente, muchos días no me apetece andar escribiendo en el blog, os pido mis más sinceras disculpas.

El lunes no hicimos gran cosa, queríamos comprobar dónde estaba el teatro de kabuki para ver una función, pero el que buscábamos está cerrado por reparaciones. Pensaréis "qué pena, pobrecillos, se van a perder una gran oportunidad", pero no es así, la escuela ya se ha encargado de conseguirnos unas entradas para la semana que viene, ya os contaré qué tal la experiencia de este espectáculo tan tradicional. El resto de la tarde la pasamos dando vueltas por Ginza, un barrio conocido por las tiendas y restaurantes de lujo... No, no nos podemos permitir entrar en esos sitios, pero sí hicimos la gaijinada de entrar en un zara que había por allí cerca.

El martes fuimos con los de clase al palacio imperial, pero por seguridad no se puede entrar (el emperador nos tiene miedo, no me extraña), sólo se puede pasear por los jardines que lo rodean, os pongo alguna fotografía que hice, pero no tiene especial interés, la verdad.









El miércoles (véase ayer) después de las clases teníamos la excursión con la academia, esta vez acompañados del director de la misma. Esta vez visitamos la Yoshihiro Yonezawa Memorial Library of Manga and subcultures de la Universidad Meiji, es decir, visitamos una biblioteca manga. En ella tienen más de cien mil mangas, entre ellos la colección de un gran friki, el señor Yoshihiro Yonezawa, que a su vez fue el creador de la Comiket (Comic Market), donde un montón de gente vende y compra doujinshi (mangas dibujados y editados por no profesionales). Fue bastante interesante poder ver las revistas de hace casi 30 años donde ya se publicaban algunos títulos tan famosos como Saint Seiya (caballeros del zodiaco), pero como todavía no entendemos bien (es decir, casi nada) el japonés, no se disfruta tanto.

Tras eso y por petición de uno de los miembros masculinos de nuestro equipo estudiantil, fuimos a tomar algo a una “meido cafe”, que es una cafetería de sirvientas (literalmente). En ella chicas que parecen (o son, quién sabe) menores de edad, disfrazadas de sirvientas te preparan y sirven lo que quieras tomar. Ver al director de la escuela por todo Akihabara preguntando por una cafetería de estas no tiene precio. Al final encontró una bastante famosilla que se llama “Usagi no Mori” que, ojo al dato, significa “bosque de conejos” en español, los conejitos nunca volverán a ser lo mismo. Las chicas llevaban orejitas y colita de conejo para ambientarlo todo, claro. Os explico, estos sitios son muy caros y no te dejan sacar fotos (puedes sacarte una con tu conejito preferido, pero te cobran como 6 euros), agitando unos cascabeles alguna se acerca y te toman el pedido tratándote con extrema educación, con esa vocecilla tan mona (imagino que alguien creerá que lo es). Yo pedí unas tortitas con helado y una de ellas tenía forma de conejito (me dio pena comérmela, pero el instinto de supervivencia es más fuerte). Todo ello está amenizado por dos chicas bailando y cantando (sin afinar) con unos peluches que luego venden. La experiencia fue bastante curiosa, pero una y no más, ellas se esfuerzan en hacer bien su papel, pero no puedo evitar pensar en lo ridículo que es todo. El director nos dijo que estos locales no son tan populares como se hace ver, pero que están destinados a un tipo de gente muy concreta (dejad volar vuestra imaginación).
 



Hoy hemos estado en otro parque (aquí entre rascacielos y zonas verdes te pierdes cada día), pero estoy agotada (no voy ni a justificar el texto), así que lo dejaremos para otro día. Pasad un buen fin de semana.

11 de julio de 2011

Odaiba

Estamos a lunes, comenzando la segunda semana en el país del sol naciente con una hazaña increíble: he conseguido acabar con la cucaracha (suponiendo que sea la misma que vimos el otro día y no uno de sus parientes con ansias de venganza, claro). El fin de semana hemos estado bastante entretenidos, como ayer lo único que hicimos fue sobrevivir a un terremoto (el primero que he notabo, con suavidad, pero algo es algo), limpiar la casa y pasear por uno de los tantos parques interminables que tiene esta ciudad (espero que esto lo lea alguien del ayuntamiento de Bilbao para aplicarse el cuento), mejor os cuento nuestro sábado.

Amanecimos sobre las 8 (con tanta luz y este calor agobiante no hay quien duerma más) y nos pusimos en marcha para visitar el mercado de pescado de Tsukiji, sabiendo ya de antemano que la subasta de pesacado se ha cerrado a los turistas por el terremoto del pasado 11 de marzo. Es una lonja impresionante y tiene un montón de puestecillos y restaurantes de sushi donde los turistas hacen cola para entrar. Y lo hacen con conocimiento de causa, el sushi está delicioso, el pescado se deshacía en la boca... Todavía babeo de recordarlo, pero eso sí, se paga bien, a pesar de eso creo que mereció mucho la pena probarlo.

Como nos quedaba mucha mañana y yo ya tenía la tripa llena de sushi antes del mediodía, nos dirigimos a Odaiba, una isla artificial de la bahía de Tokio construída con el propósito de proteger la isla de ataques marítimos. Uno de los atractivos de esta isla es el Miraikan (mirai=futuro, kan=museo), Museo Nacional de Ciencias Emergentes e Innovación. Como comprenderéis, una científica de pro como yo tenía que visitarlo. Me pareció un museo muy entretenido e interactivo, sobre todo para los niños, con buenas explicaciones y ejemplos. Desde robots que doblan ropa y recogen libros hasta modelos de naves espaciales, pasando por vídeos que explican bastante bien qué es exactamente un cáncer.
¡Tachán! ¡La capa de invisibilidad! Tenía que encontrarla aquí en Japón, por supuesto. Está hecha de los materiales de los que hablaba en los posts sobre la invisibilidad, mirando por un dispositivo se veía parte del fondo.



Asimo y yo, bonita pareja.


El mundo por montera.


Asimo, el robot humanoide bailando. También le grabé en vídeo y a pesar de tener ya más de 10 años, es curioso ver cómo corre y se mueve con esa suavidad.
Estuvimos dando vueltas por el museo varias horas y tras salir nos dedicamos a pasear por el resto de la isla, siento que las fotos no sean muy buenas, pero se me volvió a agotar la batería de la cámara, siempre pasa cuando más interés tienes en sacar fotos, claro.
Vistas desde el tren que llega a Odaiba.


Por fin vimos el mar.

Ferris Wheel.

El edificio de Fuji TV.
Una réplica pequeñita de la estatua de la libertad.

El Rainbow bridge de fondo, puente que conecta Tokio con la isla.


Es un sitio entretenido para pasar el día, de hecho nos quedaron cosas por hacer, pero nunca da tiempo a todo. Ahora me voy a estudiar un rato que parece que no hago nada, pero tengo que ir a clase todos los días a pegarme con el nihongo, lo bueno es que hemos bajado el ritmo porque ya se nos están acabando las cosas que ver (eso es imposible, pero me imagino que sabréis a qué me refiero) y puedo empezar a descansar un poco, que este calor no da tregua. Espero que los demás también estéis disfrutando lo que podáis.