17 de diciembre de 2010

Libertad de expresión

Ayer acudimos a una conferencia muy interesante sobre los medios de comunicación en Rusia (no se me ha perdido nada allí, pero mi curiosidad no conoce límites) y aunque creo que muchos ya intuíamos un poco lo que ocurría gracias a los medios de comunicación extranjeros que están allí, nunca deja de sorprenderme como se coartan las libertades de los ciudadanos en varios países (demasiados en mi opinión), siendo algunas de esas situaciones denunciadas por organismos internacionales, a la vez que actúan como unos hipócritas no dando importancia a las que ocurren en países con los que está muy feo meterse.  El conferenciante hizo apuntes sobre la aplicación la mano dura, que en las televisiones no había diversidad en las opiniones (casi todo le pertenece al estado), que misteriosamente los periodistas críticos con la actuación del gobierno son asesinados o apaleados y que además esos casos nunca se resuelven, etc, etc.

Me quedo corta con este resumen, pero me recuerda mucho a un libro que he leído hace poco y que tenía pendiente: 1984 de George Orwell. La recomiendo fervientemente, trata de un mundo con estados autoritarios, basado en la manipulación de la información, de la vigilancia constante y de la ausencia total de libertad de expresión, además de unos lavados de cabeza importantes. Es curioso, porque viendo cómo está el mundo en el siglo XXI, en las librerías deberían cambiar los ejemplares de esta obra de la estantería de ficción a la de sociología o alguna por el estilo.

Lo que me gustaría es intentar hacer una comparativa con el país en el que vivimos, donde la libertad de expresión se ha convertido en libertad de difamación. Estamos de acuerdo en que cada uno puede decir lo que le venga en gana (no desaprovechemos las maravillosas cuerdas vocales que nos ha dado la evolución), pero no utilizarlo como arma arrojadiza contra cualquiera si tener la más mínima prueba. El ejemplo más claro son los medios de comunicación, para los que inventaría una nueva palabra, como "hipersensacionalismo". Creo que no nos damos cuenta de la suerte que tenemos de poder llamar derecho constitucional a eso llamado libertad de expresión, de poder expresar nuestras opiniones y debatirlas, de compartir conocimientos e información, de utilizar para todo ello las nuevas herramientas tecnológicas. Un poco de seriedad, por favor, que las libertades nos las hemos ganado por derecho propio, no las convirtamos en algo vacuo cuando otros pueblos están luchando por ellas.

Nota: Entrada escrita entre ayer y hoy, que los descansos del trabajo no dan para tanto.

3 comentarios:

  1. En el siglo XXI aún tenemos problemas que durante muchos siglos han provocado muertes.
    Quizás las personas no, pero las palabras y lo ideales perdurarán el tiempo. Una frase para concluir:
    "El pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían de temer al pueblo"

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  2. En muchos casos los gobernantes se ríen del pueblo, pero debería ser este el que se lo impidiera, no crees?

    Yo no conozco de primera mano lo que pasa en otros países, pero en el nuestro estoy convencida que tenemos lo que merecemos, tanto quejarse por tonterías y no luchar por lo verdaderamente importante.

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  3. No creo que los gobernantes teman a un pueblo ninguneado y vago...

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