3 de julio de 2011

Domingo de excursión

Por fin hemos completado nuestro primer día sin maletas ni viajes en Tokio y creo que como siga así todo el mes tendréis que venir a por mis restos, porque con el calor agobiante y las palizas a andar me convertiré en un charquito caliente.

Mi estimado compañero de viaje ha tenido la consideración de despertarme excesivamente temprano (el pobre se despertó a las 4 y ya no podía dormir más), intenté con todas mis fuerzas volver a quedarme dormida, pero a las 7 tuve que rendirme y levantarme a desayunar. Para poder aprovechar el día, a las 8:30 de la mañana ya salíamos por la puerta (normalmente no salgo a esa hora ni para ir a trabajar), cómo es posible que ya haga calor a esas horas?! No me basta ni con las dos duchas que me hacen falta como mínimo al día.

Decidimos ir al parque de Ueno, que con el tren y esta tarjetita monedero tan mona que nos facilita tanto la vida se llega en sólo media horita (las distancias aquí dan miedo, os lo aseguro).


El susodicho parque es una zona verde bastante grande (algo que se echa bastante de menos en Bilbao) con cosas tan dispares como museos, un zoológico, templos, un lago con barquitas... Como somos unos animados e inquietos gaijines, decidimos lo primero de todo meternos a visitar el Museo Nacional de Tokio, que cuenta con cuatro edificios más uno que está cerrado por reformas y que mediante la pintura, la arquitectura y la escultura, repasa la historia del arte en Japón y otros países asiáticos. Es grandecito y ya hemos estado casi 3 horitas, pero se estaba tan a gusto con el aire acondicionado...

Aquí la menda en los jardines del museo.

Lo que más me gustó fue la colección de katanas y armaduras de samuráis, pero se me acabó la batería del móvil y tengo que esperar a que me pasen las fotos.

Utensilios que utilizaban los Ainu para cazar.

Al salir nos metimos directamente en el zoo, que ya tiene de nuevo pandas y es una atracción que parece gustar mucho a la gente local, se escuchaban un montón de "kawai!" a nuestro alrededor (quiere decir "qué mono!"). Es interesante ver algo chino en Japón ;)

Cuando nos cansamos de tanto animalito (varios sólo enseñaban su trasero) salimos a ver el resto del parque y encontramos un templo con los típicos puestecillos de comida y probé el Takoyaki (una especie de pulpo rebozado), estaba delicioso. Después como se hace en estos templos, me purifiqué con el agua y unos cazos puestos para tal efecto, nos echamos el humo de incienso encima y tras echar unas moneditas le di al gong. Siento la falta de imágenes, pero estaba sin batería en la cámara.


Delicious!

Perdonad las pintas.



Luego seguimos dando vueltas por el parque e incluso al salir nos metimos por callejuelas y acabamos en una que parecía algo destinada a ciertos placeres. Os pongo alguna foto más del parque:

Laguito con barquitas como en el Retiro.


Este es el auténtico "último samurái"


Como seguíamos teniendo tiempo por la tarde nos acercamos a Yanaka, un barrio que más bien parece un pueblecito, algo más tradicional, con unos cuantos templos y calles muy animadas llenas de puestecitos y tienducas de artesanía en las que casi caímos en la tentación de comprar de todo, pero hay que aguantar, que todavía nos queda mucho tiempo. Os dejo con unas fotos de este barrio y me echo a dormir, que hemos estado 12 horas fuera de un lado para otro y ya no aguanto más. Oyasumi!





3 comentarios:

  1. Oye, es todo muy interesante, las barquitas de colores me han conquistado, no tanto la comida :p aunque lo del sabor no lo dudo.
    Dale saludos al compi, a ver qué tal mañana en el curso! vaya viaje más completo jeje.
    Besiños

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  2. peqitas a tutiplen3 de julio de 2011, 20:43

    madre mia, como mola todo!
    pasalo muy bien

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  3. Atención, las barquitas de colores eran cisnes! La verdad es que me dejo muchas cosas en el tintero porque no tengo tanto tiempo para escribir ;)

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